Fundamentación Lema Curso 2023/2024

DÉJATE ENCONTRAR

En nuestra vida actual, nos encontramos con una gran brecha, vivimos en la comodidad, tenemos a nuestro alcance placeres superficiales que nos llevan a veces a caer en el riesgo de vivir en el individualismo. Y cuando nos centramos en nuestros propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no cabe ponernos en el lugar de la otra persona, ya no escuchamos la voz de Jesús.
Si ponemos nuestra mirada en los evangelios, podemos decir con certeza y seguridad, que toda la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte e incluso sus apariciones después de la resurrección, fue una larga serie de “encuentros personales”, en los cuales comunicó a los hombres y mujeres con quienes compartió su existencia en el mundo, su fe, su amor y su esperanza.
El papa Francisco en su exhortación apostólica “Evangeli Gaudium” recalca: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.”

Queremos propiciar ese encuentro personal con Jesús. Que podamos experimentar la alegría de sentirnos amados por Él. No podemos dar lo que no tenemos, pero si en nuestra vida está Dios, cuando nos encontremos con el otro, esa alegría brotará de nosotros mismos. En este mundo de la inmediatez, de la velocidad, de impulsos rápidos, tenemos que saber detener el paso, dejar de lado a veces lo urgente para dedicarnos más a lo importante, para poder mirar a los ojos al que tenemos delante, para escuchar, para compartir, para acompañar, para gozar del encuentro con los demás.

Hechos de los Apóstoles 8, 26-39

«El Angel del Señor habló a Felipe diciendo: «Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.» Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén,regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro.» Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas leyendo?». El contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él. El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca. En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.» El eunuco preguntó a Felipe: «Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?» Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús. Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua. El eunuco dijo: «Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?»Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautizó, y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco, que siguió gozoso su camino.»

TODO ACONTECE A PARTIR DE UN ENCUENTRO

Un diálogo, un vínculo que surge desde la proximidad, un encuentro que puede cambiar a las personas. Que implica confianza, sentarse cerca, acompañar. Un acompañamiento de tú a tú que hace creer al etíope.

«Si realmente creemos en Jesús, debemos tratar de comportarnos como Jesús: salir al encuentro de los demás, de los que nos rodean, para compartir con ellos la verdad salvadora del Evangelio».
(Papa Francisco)

“No se trata simplemente de ver, sino de mirar; no se trata simplemente de oír, sino de escuchar; no basta con encontrarse o pasar al lado de las personas, sino detenerse y comprometerse con ellas en las cosas que realmente importan (cf. Flp 1,10).

TODO ACABA EN ALEGRÍA

El encuentro provoca una transformación en la persona, el eunuco se bautiza y continúa su viaje muy contento. El encuentro es alegría, es gozo y te hace sentir emociones. Lo que no se siente no se recuerda porque sin emoción no hay memoria.

También es estimulante, porque compartimos nuestro camino con los demás, nos apoyamos mutuamente en la búsqueda de la verdad y nos esforzamos por tejer una red de relaciones que haga de nuestra vida en común «una verdadera experiencia de fraternidad, una caravana de solidaridad, una santa peregrinación» (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 87).”